El rechazo de la escritura
La escritura tiende a olvidarse frente a un ensalzamiento de la lectura.
Hay que leer para saber escribir, adquirir un vocabulario elevado para expresar con precisión y exactitud nuestras ideas, emplear palabras no utilizadas en una comunicación oral y cómo no, releer lo escrito, corregirlo y repasarlo veinte mil veces.
Tonterías...
Si bien no defiendo la inmediatez de la escritura creo que debería de ser en cierto modo espontánea, fluida, libre de modelos, de arquetipos y de meditadas convenciones. La lectura, obviamente, ayuda a poseer un vocabulario más amplio pero es un proceso totalmente distinto a la escritura y los dos deberían promoverse paralelamente.
Se tiende a rechazar la escritura desde una posición humilde por ser tarea digna de intelectuales. El decir no soy bueno escribiendo, tengo que leer más, es tomar una actitud cómoda frente al esfuerzo que supone plasmar unas ideas de forma más ordenada o más reflexionada que en el lenguaje oral.
Tenemos miedo a escribir, a no ser demasiado buenos, a que nuestras palabras no reflejen lo que queremos decir o incluso que induzcan a errores. Creo que es hora de dar una vía escapatoria a nuestras ideas y pensamientos aprovechando este medio comunicativo que poseemos aunque sea mediante historietas, mini-reflexiones o diarios. No hay que escribir para obtener un reconocimiento social sino por mero placer personal.