6/03/2008

Mexic(an)o lindo y querido

No sé hasta qué punto es positivo sentirse identificado con una novela. Los vanguardistas buscaban precisamente esa distancia con el lector que producía un extrañamiento y daba cabida a la crítica. Sin embargo, cuando nos vemos tan reflejados con una historia, unas circunstancias o con las ideas que expone una novela es difícil ser críticos y más, si el tema tratado es algo tan subjetivo y relativo como el amor.
La novela Querido Diego, te abraza Quiela de Elena Poniatowska es un compendio de cartas de amor que Quiela le manda desde Europa a su marido Diego, quien había regresado a México, su país natal.
Las cartas jamás son contestadas pero Quiela, enamorada y obsesionada persiste en su amor manteniendo la esperanza de que Diego la conteste. Su amor resulta enfermizo al estilo de las novelas decimonónicas europeas, aunque éste se haya consumado. Precisamente por este detalle es quizá más dramático, ya que Quiela es incapaz de aceptar el final de un amor que ya no tiene sentido. Además el amor en la distancia es todavía más desequilibrado que un amor cercano y la obsesión del enamorado hace perder el sentido del tiempo hasta el punto de que la amante, cuando consigue al final reunir el dinero para volar a México y encontrarse con su amado, el famoso pintor Diego Rivera, éste ni la reconoce.
El dramático final deja un sabor amargo en la boca de los enamoradizos y apasionados pero también nos deja con la convicción de un goce único producido por las exaltaciones inalcanzables en un amor racional y razonable.
Es la siempre dicotomía del amor, el amado y el amante, sólo que llevada al extremo con sus consecuencias trágicas.