11/16/2006

Estar enfermo

Cuando uno está enfermo es cuando realmente se da cuenta de lo valiosa que es la salud. Sólo ante la ausencia de algo nos damos cuenta de su importancia. ¡Qué estúpidos somos a veces los seres humanos!
Pero lo que quiero analizar brevemente son los distintos procesos por los que pasamos al estar enfermo y los distintos comportamientos que adoptamos, tratándose de un malestar pasajero no excesivamente grave y con una recuperación no muy a largo plazo como por ejemplo una fisura, una gripe, una varicela o un simple dolor menstrual agudo, ya que enfermedades las hay de muchos tipos.
En cuanto uno empieza a sentirse mal decide cancelar sus múltiples actividades a pesar de la constancia con la que se acude a ellas. La salud es lo primero, pensamos, aunque mientras estamos sanos nos olvidamos frecuentemente de esta afirmación contundente que hacemos cuando nos sentimos enfermos.
Más tarde el dolor o la molestia no nos deja hacer nada y empezamos a buscar posibles alternativas para no perder el tiempo: voy a sentarme y leer tranquilamente para ver si me distraigo..., pero no me concentro, bueno... voy a meterme en internet a buscar alguna información, leer el periódico o incluso a chatear con alguien..., pero no hay muchas ganas y no te apetece hablar con nadie en esas condiciones... Estás de malhumor así que decides ver una película que es un medio más fácil para distraerte. A veces este hecho incrementa tu malhumor viendo que no haces nada productivo y o abandonas la idea desde un principio o a mitad de camino decides cambiar de actividad.
Lo que está claro es que reduces el ritmo de tu actividad de una forma pasmosa (sobretodo si eres una persona muy activa), tiendes a andar lentamente, a reaccionar lentamente y por supuesto a estar todo el día en pijama tirado en la cama o deambulando por la casa. Si el dolor no mengua rápidamente empiezas a darle vueltas a las causas de tu malestar o a echarte la culpa por algún diminuto factor que haya podido afectar de alguna forma tu caída; y ya por último tiendes a sentirte impotente y a recurrir a las lágrimas como último recurso.
A partir de esa eclosión de nervios, llantos o gritos no te queda otra solución que resignarte y esperar a que calme el dolor.
Pero los días sucesivos a la explosión total son los más interesantes. Son cuando el ánimo está muy calmado y empiezas a cuestionarte cantidad de cosas proponiéndote nuevos proyectos de cambio de vida, o simplemente disfrutando cada minuto de la lectura y del sosiego. Se está tan calmado y en reposo que a veces hasta conciliamos el sueño en el momento más inesperado.
Lo mejor sin duda llega cuando nos recuperamos totalmente: por un lado tendemos a hacer un balance positivo de lo que nos ha podido aportar este período, por ejemplo, una mayor profundidad en la amistad con la gente que ha convivido contigo esos malos momentos, y por otro, vamos recobrando nuevamente todas nuestras energías distribuyéndolas equitativamente entre periodos de actividad y de descanso.
La incertidumbre queda en si estos buenos propósitos serán efectivos o si nos los volveremos a plantear al recaer enfermo.

No comments: